¡La aplicación más peligrosa para los escritores!

Estaba muy contenta en el grupo NaNoWriMo en Facebook y vi una publicación con un título bastante interesante, decía: "The Most Dangerous Writing App". Sin más, vi los comentarios y casi todos decían que no gustaban de ella, que era un reto completamente, ¡un suicidio!, exageraron algunos. Sin embargo me pareció interesante el concepto que mencionaban allí mismo: tú escribes, pero si te tardas demasiado, se borra lo que has hecho. Sin aviso previo, sin preguntar, sin salvar. Sólo se borra.

Para los escritores que ya tienen experiencia y para los que simplemente se toman la escritura como un pasatiempo, el simple hecho de que tu escrito se borre porque no avanzas, suena bastante riesgoso, ¿no es así? 

Tomé el riesgo, por supuesto, abrí la aplicación y vi que hay seis tipos de sesiones: cinco minutos, diez minutos, veinte minutos, treinta minutos, cuarenta y cinco minutos y una hora, con la siguiente leyenda: "Don't stop typing, or all progress will be lost" (no pares de escribir, o todo el progreso se perderá). Debes escoger una de las modalidades, darle clic en "start" y entonces se abre una nueva página (digamos) donde en la parte superior derecha te dice el tiempo restante y abajo vienen el numero de caracteres que has usado, las palabras y las palabras por minuto. Obviamente una vez que le das en "start" no empieza automáticamente, empieza una vez que escribes la primera letra.

Para aquellos que no estén interesados debido a que su lengua materna es el español, no hay de qué preocuparse, pues no se tiene que hablar o escribir en inglés para poder usar esta aplicación, yo escribí lo mío en español.

¿Qué me dicen? ¿Se atreven a usarla? ¡Yo lo hice y lo logré! ¿Quieren ver qué escribí? Se los dejo aquí, un pequeño cuento que quizá no tenga sentido, pero me ha gustado el resultado:

"La última vez que ella dejó de hacerlo fue hace aproximadamente dos décadas. Era una mujer de baja estatura y muy poca energía, así sucedía pues, cuando apenas tenía treinta. Nada malo le pasaba, solamente tenía la vaga necesidad de dejar de hacer las cosas. Todo mundo comentaba lo mismo, que dejara de ser la persona floja que era, pero solo estaba cansada de todo. 
No fue sino hasta el fin de ese año cuando por fin se dio cuenta que no estaba agotada de todas las circunstancias, sino que estaba cansada porque estaba todo el tiempo cansada. Sus familiares no hacían nada por ella, sin embargo, tras años de desesperanzadas trayectorias, había decidido por fin hacerlo, vivir sola, por ejemplo. Así mismo fue. Se mudó a lo más lejano de la ciudad para fomentar su lectura y escritura, alguna de las pasiones que más le entusiasmaban al momento de escribir en su escuela. Qué se pude decir, pues, ella admiraba a los grandes escritores del romanticismo, como Edgar y Lovecraft, qué maravilla de autores, pensaba, nadie como ellos, no se comparaban. Los admiraba, como dije, de niña a la mitad de la noche, el horror y terror era lo que más le fascinaba. 
Pero entonces cuando la luz se fue en su pequeña casa, su primera casa, dejó todo de lado en una tumba de oscuridad. Soñó entonces despierta con la vaga necesidad de dormir una siesta, pero su subconsciente le decía que dejara de estar tan poco entusiasmada por la vida que le aguardaba. Tomó entonces una vela y la puso en su escritorio de madera, leyó unos escritos que había guardado desde su infancia y decidió continuar con la escritura que tanto la esperaban.  
No se sabe con claridad cuánto tiempo estuvo escribiendo sin parar, pero al menos logró completar el primer capítulo que la dejaba al tanto cuando pequeña. Qué imaginación había tenido, pensó de sí misma. Dejó a un lado la pequeña hoja, ya amarillenta del desgaste de los años, y esta vez, sin más, decidió irse a la cama.  
No supo por qué la luz se había ido hasta la mañana siguiente. Allí fue cuando revisó los cables y los fusibles, pero todo estaba en orden. No supo cómo o por qué estaban apagadas las luces, qué había provocado ese apagón tan inesperado. Tomó de nuevo las hojas que había dejado en la mesita y las leyó con precaución, se dio cuenta, entonces, hasta el anochecer que las luces jamás habían sido apagadas. Se suponía que la noche anterior, antes de que las luces se esfumaran, había dejado el switch en encendido. Pero no fue así. La circunstancia tan extraña la hicieron ver de nuevo sus escritos con mucha admiración. La inspiración que le había causado ese momento no tenía nombre.  
Gustó entonces de un café, el cual preparó con dicha y alegría, por fin, por primera vez en su vida, había actuado cual adulto con entusiasmo de seguir con vida. No se sabe cómo pero siguió con el escrito que jamás había terminado, escribió y escribió el mismo a pesar de las noches de desvelo y desesperación por un descanso.  
Cada vez su entusiasmo se vio más afectado, sus padres, cuando le llamaban, notaban la nueva persona que estaba al otro lado de la línea. Decidieron entonces terminar con ello, con decirle que esta había sido una prueba para resaltar cuales habían sido sus aptitudes de niña. Según contaron a su hija, que después visitaron, que una profesionista, una psiquiatra, les había otorgado un papel muy importante para que su hija, la más pequeña de todas, siguiera con lo que más amaba hacer en la vida. 
Tras dicha noticia no hubo más que hacer. Agradeció por el apoyo que le otorgaron en es últimas semanas de su vida. 
No había sido nada más que una manera de animarla. Pues el cáncer la estaba invadiendo."
Lamentablemente no tomé nota de los caracteres, las palabras y mi velocidad, pero es lo que menos me preocupa porque al menos las primeras dos las puedo saber con algún programa (como Word o LibreOffice Writer), sin embargo me da curiosidad saber a qué velocidad iba, pues al momento de escribir, debo admitir que mis dedos se agotaron demasiado. 

¡Que se diviertan escribiendo!


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