Una larga trayectoria
Estuve haciendo una introspección de toda mi trayectoria tanto académica como laboral. Es verdad que no fue perfecta, no soy perfecta, no fui alumna de dieces ni tampoco una mujer que haya empezado a laborar a los dieciocho años, ganando experiencia para abrir su propio negocio. Al contrario, fui una niña muy risueña y distraída, que le daba poca prioridad a la escuela simplemente porque deseaba de grande, ser escritora.
A pesar de que ese sueño lo he dejado marinando para posteriormente hacer todo un manjar, hoy día me siento más motivada e inspirada. Curiosamente fue justamente después de empezar a tener más libertad en mi trabajo actual, después de estar años trabajando sin parar, persiguiendo mi sueño empresarial, que ya me siento lista para seguir escribiendo. Eso también aunado a la sensación de que ya no tengo más tiempo que perder por problemas de salud que no quiero hablar ahora.
Empecé con el sueño de tener mi propio negocio a los tiernos veinte años... ¡no es cierto!, fue cuando era una niña. Estaba en la primaria cuando pensé por primera vez en ser diseñadora de modas y después ser escritora. Pero fue en el 2013 que quería trabajar y no podía porque no me dejaban mis padres. Yo quería experimentar con trabajos relativamente sencillos (por ejemplo, quería ser vendedora de una tienda de ropa), mi mamá me decía que yo podía aspirar a más por mi habilidad en inglés, pero yo no buscaba algo “tan serio”, quería, como dije, experimentar.
Mi primera pregunta fue, ¿qué sé hacer, qué puedo crear con mis manos, que pueda vender? Primero intenté en mi escuela vender dibujos. Vendí un par, recuerdo que dejé esos retratos realistas a cien pesos cada uno. Amé el proceso pero quería ganar más dinero y llegar más lejos. Como dije, analizando, recapacité que si ya había estudiado en mi taller de secundaria “corte y confección”, podría hacer ropa para vender. Así, me puse en marcha. Fui a la Parisina cerca de mi casa y compré un metro de una tela rosa y un metro de una tela café. En total, en ese entonces, fueron alrededor de cincuenta pesos mexicanos. Recuerdo muchísimo que fue la tela tergal stretch, y que estaba a 25 pesos. Ahorita el metro creo que está en 30 o 35 pesos, pero depende en dónde la compres.
Ahora que estoy teniendo esta recapitulación, y todavía regresando más, en los años 2009 y 2010, a una Dorothy de 16-17 años, lo que más deseaba era tener mi propio negocio. ¡Qué curioso! Porque había creado videos para YouTube, deseando con todo el ser, hacerme creadora de contenido DIY (cosa que sigo intentando pero como siempre, y más siendo adulto, no puedo cubrir a pesar de que estuve muy activa el año pasado). En esos años estuve haciendo pequeños proyectos con unas telas de mi mamá, que gracias a ella y mi abuelita, me acerqué a este mundo tan bonito.
Entonces en el 2013 hice una falda que diseñé en una libreta de dibujo, incluyendo el logo de mi tienda. Con la ayuda de mi hermana, me hizo ese logo en vectores y ese mismo lo pude pasar a la máquina de bordado. Cosí con mucho cuidado mi primer diseño y mi mamá me ayudó a poner el cierre y botón. Pensé que nada más para eso necesitaría su ayuda, sin embargo poco a poco yo fui aprendiendo por mi cuenta, desprendiéndome de esa dependencia.
Primeramente publiqué en un grupo de Lolitas dichas faldas y una chica me contactó, era de Yucatán, pero me pedía que le hiciera la falda más cortita, como de 40 cm, si bien recuerdo. La hice tal cual me pidió y la mandé. El proceso de ir a Correos de México no la recuerdo, pero ahí estuvo. Le llegó, tuve éxito. Posteriormente recuerdo que tuve otras dos ventas, una de la CDMX y otra, según yo, de Nuevo León pero no recuerdo con claridad este último.
A la chica de la CDMX la vi en el metro, le entregué su producto pero me acuerdo que me dio un billete grande así que estuvimos buscando cambio. Fue una bonita experiencia pero yo tenía hambre de más, mucho, mucho más.
En el transcurso del 2014 tuve una pausa por problemas personales, aparte de que ya estaba por terminar el CCH y me esforcé ese último año en tener las mejores calificaciones para subir mi promedio académico. Entré entonces a la Facultad de Ciencias exitosamente pero el mundo de “me gusta coser y ganar dinero de mi esfuerzo” me llamó más la atención, por lo que el 24 de diciembre de ese mismo año, tras buscar y buscar dónde podía expandirme, se hizo realidad. Abrí mi tienda en línea a través de la página de Etsy, publicando tres faldas con fotografías mal hechas. Fue hasta mediados del 2015 que tuve mi primera venta y mi vida cambió por completo.
La primera falda que hice se fue a Estados Unidos, yo ya tenía 22 años. La realicé con mucho esmero pero me hizo mucha gracia que la había cobrado a un precio muy económico con envío gratis. La había dejado en 200 pesos, menos la tarifa de PayPal, tenía como 180 pesos, menos los materiales, bajó a aproximadamente 100 pesos. Total, que cuando me tocó enviarlo, vi en FedEx, donde el envío costaba 700 pesos. Me quedé perpleja, pero entonces recordé Correos de México y recurrí a ellos, donde el envío me salió a 76 pesos aproximadamente. En total, mi margen de ganancia fue de treinta o cuarenta pesos, no recuerdo con claridad, pero sí fue menos de cincuenta. Ahora que lo cuento, me parece una historia muy graciosa y que merece ser contada.
En el mismo 2015, fue en vacaciones, si no mal recuerdo, que me puse a hacer otros diseños de falda, los cuales tuvieron sus primeras ventas hasta noviembre del mismo año. La verdad es que mi mayor error era dejar que solitas se vendieran las cosas, así no funcionan los negocios. Hoy lo veo y lo sé, pero entonces yo pensaba que solitos llegarían y creo que fui muy afortunada o más bien, talentosa, como para llamar la atención.
Lo mejor vino hasta el 2016. Ahí fue cuando me di a conocer todavía más en la comunidad. Recuerdo que publiqué varias veces mis servicios en un grupo de facebook y ahí me estuvieron contactando varias chicas que deseaban blusas y una que otra un cosplay. Si bien recuerdo, fueron dos cosplay, un traje especial inspirado en Dr. Who (que creo hablé sobre él en este blog) y muchas más blusas.
Pedidos personalizados de hace bastantes años |
La inmensidad de júbilo que exterioricé en ese año fue muy grande, de verdad estaba creciendo y estaba sintiéndome plena. Lamentablemente, y por problemas personales, de nuevo tuve una caída significativa. Me deprimí muy mal, estaba por tirar la toalla, pero en el 2017 no me rendí. Ahí fue cuando tomé la decisión de ser libre, o ser feliz. Meditando sobre los pros y contras de seguir estudiando matemáticas me di cuenta que no estaba mentalmente estable, no me daba esa felicidad que buscaba. En cambio, si me metiera a diseño de modas, estaba segura que conseguiría lo que tanto anhelaba.
Fue duro dejar la Facultad de Ciencias, todavía la extraño, la anhelo y sueño con ella esporádicamente. Hablar sobre el cambio de carrera fue muy duro para mis padres. Ellos me vieron en mis múltiples facetas y era natural que se sintieran decepcionados de dejar nuevamente la escuela por la que tanto luché. Pero si algo sabían bien, era que si tenía algo en mente, seguramente sacaría provecho y saldría victoriosa.
En mi mente, después del regaño, planeaba buscar un trabajo como vendedora para poder pagar mi carrera, eso sabiendo que aún no ganaba lo suficiente con mi pequeño negocio, y justamente cuando estaba haciendo mis planes, mi papá entró a mi habitación y me dijo que él me apoyaría en todo. Sí, él me pagó la carrera.
Esa decisión la había tomado a mediados del 2017, había ocurrido apenas el fallecimiento de mi cuyo Solecito. Mi pareja me acompañó a buscar y pedir informes en la escuela que me había interesado y recuerdo claramente que le dije que no era mi primera opción pero no me quedaba de otra. Estudiar diseño de modas es muy costoso, de eso no tengan la menor duda.
Una vez entré a la carrera, la verdad es que me sentí fuera de lugar. Yo estaba acostumbrada a la indiferencia y desinterés de los profesores y alumnos de la facultad. Ahí, la verdad es que te hacías invisible y los únicos que resaltaban eran los estudiantes de actuaría. Finalmente, estando ahí en diseño de modas, todos se preocupaban por ti, o se fijaban en lo que hacías, si faltabas, qué hacías los fines de semana, y demás cosas que la verdad no me interesaba, más que nada. Ese cambio radical fue para mí, demasiado.
En primer semestre se dieron cuenta que ya tenía conocimientos previos a patronaje y confección, así que una profesora y posteriormente la directora, me invitaron a adelantarme de semestre. Me hicieron un examen el cual lo aprobé teniendo una sola pregunta incorrecta. Le eché ganas, como se dice aquí en México, saliendo con un promedio casi excelente. Si resumiera todo lo que hice, la verdad es que siempre intenté salir de mi burbuja, aunque me fue muy difícil por tener la costumbre de siempre trabajar con los mismos medios, es decir, con la misma tela.
Primeras blusas que realicé en el 2019 y 2020. |
Mientras estudiaba también trabajaba en mi negocio. Lo que más quería era aprender graduación, materia que consiste en aprender hacer tallas de ropa, y conocer cómo trabajan las empresas para ahorrar costos y materiales. En este semestre yo me fui a la Torre Latinoamericana. Había hecho mi cambio por varias razones, pero una de ellas, era que empezaba a tener mucho más trabajo. Esto sucedió a finales del 2019, año en el que sentí que me había superado de muchísimas maneras. Ahí decidí probar suerte y publicar diferentes diseños de blusas, después de haber adquirido mis conocimientos en graduación, e increíblemente, recibí muchísimos pedidos, los cuales fueron el comienzo de mi éxito.
Finalicé mis estudios en febrero del 2020. Todos ya sabemos qué sucedió ese mismo año.
Yo, a inicios del mismo, había planeado con claridad todas las metas que quería lograr, deseaba con todas las ganas del mundo abrir mi taller ese mismo año, invertir en más máquinas de coser para iniciar contrataciones, buscar asesoría contable, estudiar administración de empresas… pero la realidad es que de todos mis planes, sólo pude hacer inversiones en máquinas, herramientas, poca mano de obra e insumos.
A todos sin duda nos pegó muy duro la pandemia. A pesar de que yo estuve bien resguardada en mi casa, trabajando de 8 am a 8 pm, a veces a las 10 pm (y eso porque mis padres no me dejaban), me costó muchísimo trabajo conseguir mis insumos, pero hasta eso no era imposible para mí pedirlos en línea, e incluso ir por ellos con las cortinas abajo. De hecho, fue por mayo del mismo año que pude comprar mi máquina overlock de cinco hilos industrial. Escribir esto hace que me sorprenda de mí misma y me siento bendecida porque mis padres me llevaban y traían cuando necesitara.
Sin embargo en ese mismo año sucedieron problemas personales todavía más fuertes, y es que la vida siempre te da golpes de realidad, siempre.
Aparte de que me mataba trabajando, yo sabía que necesitaba ayuda, ayuda que no podía conseguir, y no pude conseguir en todos esos años que estuve activa en ese negocio. De verdad no entiendo cómo es que le hice para sobrevivir, pero como bien saben mis amigos emprendedores, es que todo lo que sube tiene que bajar, y la bajada es la más dura. Ahí demuestras tu verdadera inteligencia como emprendedor. No es que quiera decir que no fui inteligente, pero no sé por qué no logré hacer que mis planes funcionaran. Siempre que buscaba maquila, me dejaban en visto, no aceptaban la ropa que hacía, las cantidades que quería manejar (50 a 100 piezas), vivían lejos, en fin, siempre había limitantes.
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Mi máquina industrial overlock, de la marca Grajo que lamentablemente desapareció. |
Como dije, en septiembre de ese mismo año tuve que cerrar mi negocio. Ya me estaba ahorcando en pedidos y aparte estaba en una situación delicada que requería de mi tiempo. Fue una situación muy difícil, hoy no me arrepiento de lo que hice, pero sí pienso que lo hubiera hecho muy diferente.
Después de calmadas las aguas, retomé mi trabajo, el cual siguió dándome de comer a mí y a mi familia (en un porcentaje, porque a mi papá casi no le gustaba que le ayudara). La espuma que había subido drásticamente se había controlado pero una vez viniendo el 2021, de nuevo llegó el estrés de adaptación. En ese año me mudé con mi novio, fue a mediados del mismo, por el 5 de junio si no mal recuerdo. El cuarto que tenía como taller con mis padres se redujo un 30%. Esto me causó muchísimos conflictos internos. Tenía demasiado trabajo y no podía desplazarme con facilidad porque había temas del hogar que había que tratar, lo cual provocó un retraso abismal en mis pedidos, además de una increíble saturación en los mismos. Sin mentirles, en el transcurso del 2022, tuve en total más de 80 pedidos pendientes. En esos años me estuve enfermando mucho de colitis nerviosa.
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Un diseño muy bonito realizado en el 2021. |
Mis padres se enteraron de todo eso que me dolía y aquejaba, a lo que se pusieron en marcha y juntos logramos terminar con todo lo que tenía pendiente hasta abril del 2023. Ahí fue cuando decidí darme un respiro. Ya no aguantaba tanta presión, me sentía agobiada, no podía ver mis máquinas con paz y amor como lo hacía en el 2019. A pesar de que yo decidí cerrar el negocio por mi cuenta, me sentía un fracaso, una abominación, una perdedora.
Como les dije, esa depresión duró en mí del 2021 al 2023, cuando me reencontré con un amigo que, al platicar con él de estos temas, me dio ánimos diferentes a lo que siempre recibía por parte de mi pareja y padres. Ahí decidí ser más abierta, ser yo más que nada, para poder lograr mis nuevos objetivos.
En el transcurso del 2023 me dediqué a escribir y dibujar, empecé un cómic en X y escribí un par de fanfics para Wattpad. Esto me llenó el corazón, me dio vida nuevamente. Me había dedicado tanto tiempo al trabajo que había olvidado lo divertido y emocionante que era dibujar y escribir.
Para el 2024 yo me había puesto una meta: si no vendo nada para mayo, me meto a trabajar en alguna fábrica. En ese mismo año unos muñecos se pusieron de moda en la ciudad, yo estuve comprando de esos incluido una ropa muy mal hecha para estos mismos monitos. Le estuve platicando a mi hermana y, ¿qué creen que me dijo? “Si dices que es muy fácil, ¿por qué no lo intentas?”. Yo, bien orgullosa, dije que claro que podía, ¡si era bien fácil!
Me puse manos a la obra, empecé a hacer pruebas con retacería y para mi sorpresa no era tan fácil como decía. Sin embargo me atreví. Estuve vendiendo a través de instagram y después veía a mis compradores en Balderas, ¿pero qué creen? Tuve una llamada de atención, un wake up call, un reality check.
Uno de esos días que estuve esperando una de mis clientes, escuché una conversación ajena de un par de chicas más jóvenes que yo. Una le decía a la otra que su mamá había sido muy controladora y manipuladora con ella, que le pedía dieces, que la obligaba a ser la mejor, en fin, la culpaba de todo en su vida mientras cosía a mano ropa para dichos muñequitos. Yo, de nuevo, me sentí fuera de lugar. ¿Cómo era posible que yo, una emprendedora tan talentosa, estuviera rodeada de gente así? Yo los veía por debajo de mí, no porque fuese superior con soberbia, pero porque yo ya había pasado por eso, yo ya sabía qué tenía que hacer para vender, yo ya había palpado mis medios, mi camino, ya tenía años de trayectoria. Ese camino ya lo había recorrido cuando tenía 17 años, yo ya había probado y experimentado, ¿cómo era posible que me pusiera a lado de esas niñas?
Me fui inmediatamente.
Una vez en mi taller, me puse en marcha. Abrí mi negocio con los conocimientos que ya tenía, y como obra de magia, tuve mi primera venta y a día de hoy, llevo más de 100, después de un año.
Quizá haya muchas cosas que tomar de mi propia experiencia para que ustedes consideren al momento de ver su propio jardín. El mío está siendo podado, estoy sembrando semillas y cuidando unas muy chiquitas que ya llevan tiempo conmigo. Hay unas plantas y flores que se resignan a morir y otras que dejé marchitar pero que pienso volver a plantar.
Quiero que sepa cualquiera que me haya leído que sí, en efecto, la vida es muy dura y pesada, siempre te vienen imprevistos, pero es como dije en una entrada anterior: tienes que cuidar tu Nínive. Tal vez hay situaciones que no puedas controlar, de eso no cabe duda que habrá en algún momento de nuestras vidas, pero mientras puedas mover tus piernas, manos o tu cuerpo en general, créeme que todo es posible. La vida no es fácil, poner excusas es muy simple, culpar al otro también lo es. Incluso culpar a cosas que están fuera de nuestro control como, en mi caso, la maquila que no quiso trabajar conmigo, o mi taller chiquito, sin embargo, uno tiene que adaptarse y luchar, no quedarse sentado detrás de una pantalla, quejándose de toda su vida y sus diferentes circunstancias.
Tal vez hoy me encuentro en una situación cómoda haciendo ropa miniatura, pero verán que dentro de poco, volverán a ver mi jardín florecer.
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