Mea Culpa
No puedo creer que haya sido la decepción y después el prodigio, y aquél prodigio, que terminó perdido en los senderos bifurcados de la atención agena por sacrificar el alma propia, haga lo opuesto a lo impuesto. No puedo creer que siga habiendo esas comparaciones tan absurdas que me dejan boquiabierta, y así, llaman a la puerta de la Niña Distraída, mientras la Mujer Costurera va cosiendo el mantel infinito donde todos comen, manchan, desgarran, mientras ella, sacando los alfileres de su antebrazo, termina surciendo con parches floreados todo lo que desgarraron. Ese pastel en la mesa infinita de nuevo. La Niña Distraída mira con atención los rostros que poco a poco van tomando un trozo del pastel, esperando que a ella también le den un pedazo, porque de lejos se ve tan delicioso, que la codicia, la envidia y el hambre, la invaden como mil plumas fuente atravesando su pequeño corazón. Todo el pastel se lo llevaron, la Niña Distraída se decepcionó de nuevo. Abrió entonces el libro en la...